Casi 80 personas -de edades y orígenes tan diversos como radios privadas, comunitarias, públicas y universitarias, estudiantes de comunicación, profesores, integrantes de áreas de comunicación, etc.- desbordaron el aula del IPAP en San Miguel de Tucumán en la que ofrecimos un taller integral de expresión y produccción para radio. Mucha gente, toda junta junta, para entender y reentender a la radio...!
- ¿Hacemos una capacitación en la ciudad? Tenemos un lugar en vistas -dijo el dúo dinámico Eva Fontdevila / Emanuel Gall, responsables de Abrojos.
- Y daaaaaaale – contesté, aunque todos sabíamos que la respuesta era tan innecesaria como la pregunta.
La idea inicial era hacer un taller intensivo y extensivo para alrededor de 20 asistentes. Descartado el salón inicial, Manu consiguió interesar al IPAP (Instituto Provincial de la Administración Pública) se sumara a la organización y aportara el espacio de capacitación que funciona en el subsuelo de la Casa de Gobierno tucumana. Desde luego, la actividad estaría abierta a los empleados estatales que quisieran asistir.
Con el día, hora y lugar definidos, iniciamos la difusión por redes sociales y mandando por correo electrónico una pieza que había armado. La repercusión fue felizmente desmesurada: más de 70 personas de todos los palos de orígenes diversos: estudiantes de colegios y la universidad; realizadores de radios privadas, escolares, comunitarias, universitarias y públicas; realizadores con experiencia y recién iniciados o debutantes; la Directora de un colegio con radio escolar, adolescentes, jóvenes y adultos... Obviamente este aluvión radiofónico trastocó todos nuestros planes: como dijo Eva en chiste, "el taller se convirtió en una clase magistral". No adhiero al rótulo -no hablamos de detergentes-, pero es cierto que ante la obviedad de que no íbamos a dividirnos en pequeños grupos para contar historias con sonidos y sin palabras, fui transformando la planificación inicial en una charla dinámica, con mucho ida y vuelta y puntos claves en los que, con su participación, los asistentes fueron contruyendo, concretando y asimilando el conocimiento.
Desarrollamos como ejes el dominio de la lógica y características de la radio y, en relación directa, la necesidad de entrenarnos para construir el mensaje radiofónico imbricando los cuatro elementos -voz, música, efectos sonoros, silencio- y no privilegiando uno y adornando con los otros, como ocurre muchas veces con el abuso de la palabra hablada.
Fue una experiencia, además de desafiante, muy rica y satisfactoria gracias al interés y atención que los asistentes me transmitieron en todo momento: cuando el ida y vuelta fluye, cuando todos los presentes conectamos y buscamos juntos acercarnos un poco más a eso que nos motiva... creo que es una de las mayores felicidades de un capacitador. Durante el intermedio y mientras desarmaba los equipos al final, algunos se fueron acercando a saludar y regalar algún comentario o sonrisa: además de que ninguno pidió que le devolviera la entrada -cuac-, me impactó sentir que muchos de ellos y ellas -estudiantes, realizadores amateurs o profesionales de experiencia, gente con ganas de saltar al aire- estaban en una franca búsqueda de otras formas de hacer radio y, para ello, de entenderla.
Agradecimiento aparte merecen las señoritas del IPAP que, al preparar el aula antes de comenzar, le pusieron tal ímpetu que parecía que ellas iban a dictar la clase. Y una mención muy especial a las y los integrantes de Abrojos y ANITA que, obviamente además de Eva y Emanuel, colaboraron generosamente en la difusión y realización del evento -en particular cuando se esforzaron para contener la increíble cantidad de asistentes. Y en la exitosa convocatoria, además de la llegada que evidentemente tiene Abrojos, tuvo mucho que ver Loló Bachur de Mi Taller Sónico, con quienes estamos pergeñando algunas propuestas de formación y especialización para desarrollar durante el año.