En su día, un breve repaso por la historia de la radio en la Argentina y, especialmente, algunas ideas y reflexiones acerca de su presente y un futuro que se insinúa más que interesante.
Conmemoración... con memoria. Hacer memoria acerca de una persona o hecho permite, además del recuerdo, la mirada en perspectiva a través del camino recorrido y la puesta en relación con el presente hasta el cual ese trayecto nos ha llevado.
Lo que hoy es lo más natural del mundo, en los días previos al 27 de agosto de 1920 hizo que la sociedad porteña los definiera como “los locos de la azotea” -o de la terraza, en términos actuales. El mote que -por colgar cables y fierros en el techo del Teatro Coliseo- ligaron Susini, Guerrico, Romero Carranza y Mujica, aquellos pioneros que inauguraron en el mundo las transmisiones radiofónicas regulares, con contenidos dirigidos a una escasa pero existente y creciente audiencia, revela que lo que hacían era innovador, distinto, desconocido... cosa de locos. Usaban tecnología preexistente: la transmisión del sonido a través de ondas electromagnéticas ya había sido largamente utilizada por el telégrafo inalámbrico, la radiotelefonía, los radioficionados y más... Lo que cambió fue el uso social de esa misma tecnología: ya no era un ida y vuelta entre dos puntos, sino que un único emisor transmitía un contenido a múltiples receptores -que ya no emitirían una respuesta, sino que escucharían “pasivamente”. Misma tecnología, distinto uso, nació la radio.
Del '20 al '30, la radio fue conformando su identidad: formatos, contenidos, realizadores... Y entró en la época del radioteatro y el show en vivo, que terminó a comienzos de los '60 cuando en nuestro país aparecieron varios canales de TV, el televisor comenzó a hacerse un poco más accesible y tanto realizadores como contenidos migraron sin miramientos de un medio al otro. La radio salió de esa crisis con una combinación de reinvención de contenidos -adoptó el magazine como formato bandera, a tal punto que si hoy le pedimos a cualquiera que defina “programa de radio” describirá un magazine, que es uno de muchos posibles- y la portabilidad que le facilitó la miniaturización -gracias a la invención del transistor- y la alimentación a pilas. La radio se convirtió así en el único medio que acompaña a sus consumidores durante sus tareas cotidianas -mientras que, por ejemplo, el diario y la tele requieren suspender toda actividad para consumirlos-, lo que la hace parte de nuestras vidas. Esto puede explicar, al menos en parte, el vínculo tan cercano, afectuoso, de amistad, que muchas veces se siente con respecto a determinados programas o emisoras. La radio mantuvo la tecnología, cambió los formatos y siguió siendo radio.
Hoy estamos protagonizando un fenómeno diferente. El entrecruzamiento de los medios tradicionales con las nuevas tecnologías -paquete integrado por Internet, dispositivos móviles, redes sociales, 3G, 4G, wifi y siguen las firmas- está produciendo cambios muy profundos y de consecuencias todavía insospechadas, tanto en su producción como consumo. Pero la radio, sin caer en romanticismos y sensiblerías inconducentes, marca una diferencia con respecto a los otros: mientras que el diario se volcó a los portales de noticias y parecería -no lo enterremos antes del velorio- que tiende a desaparecer tal y como lo conocemos, y la tele se está fusionando con la computadora e Internet -traspasando el poder del otrora Programador al navegante/consumidor-, la radio refuerza su presencia y profundiza sus características. Las TICs avanzan sobre el terreno del diario y la tele, pero la radio avanza sobre el campo de las TICs. Los oyentes saben que escuchan radio, más allá de que sea a través de un aparato tradicional, del celular o una computadora; sin importar si es una emisora de aire o una radio netamente on line; los jóvenes realizadores hacen radio y poco les importa si la sintonía es con el dial o un triple w. Hay un punto de contacto entre la radio “real” y la “virtual”: el formato. El magazine al que tanto objeto -no por carencia de virtudes, que las tiene, sino porque se ha apropiado del 90% de la grilla de programación de la Argentina como si no existieran otras posibilidades-, ha sido el puente que los oyentes y comunicadores reconocieron y cruzaron para unir esos dos mundos que, en el caso de los otros medios tradicionales, significó una transformación profunda en algo diferente. La radio está cambiando / incorporando tecnología, manteniendo los formatos -aunque, por suerte, también explorando otras alternativas- y todo parece indicar que seguiremos con-memorando su día durante muchos años más.